martes, 19 de febrero de 2013

Preguntas al viento


I
¿A dónde van las palabras que se lleva el viento?

El viento lleva palabras como si fueran parte de un enorme soplido. Vuelan, irrespetuosamente, transfiguradas.
Se esparcen por el mundo, se disfrazan de murmullos, de suspiros, de gritos feroces y se esconden en bocas que logran contenerse para no regalarle al aire más palabras.

Palabras que no mueren, no pueden morir. Se reinventan.

Sobrevuelan, apacibles y ligeras. Rodean los caminos, arremolinan las vueltas. Porque vuelven, casi siempre renovadas.
Como círculos que comienzan, dan la vuelta, y vuelven a empezar.
O como dice por aahí un entrañable uruguayo…
‘Si la uva está hecha de vino, nosotros somos las palabras que dicen lo que somos’.

II
¿Pero entonces, donde van las palabras que se lleva el viento?

Vuelan, vuelan lejos, para luego volver, renovadas.
Cruzan cordilleras, praderas y desiertos. Se cuelan por techos y edificios, ahí donde el sol aparece poquísimas veces.

Las palabras que se lleva el viento se desparraman, se hacen cada vez más grandes… como ecos de lo que fueron.
Se nutren de nuevas palabras que van encontrando en el camino.
El otro día grité al viento un “te extraño”, quizás vuelva y la escuches y se convierta en “cada día que pasa te extraño más”