domingo, 29 de agosto de 2010

Borges y el mar.

Borges es para mí como el mar.
Conforme pasa el tiempo, las impresiones que tengo de él varían

Cuando uno es pequeño, es arriesgado y comprende que no puede haber nada de malo en probar el mar. Aunque este se vea cada vez más grande, se transforme en océano y sea para nosotros infinito.
Hay otros que, de pequeños, le temen profundamente al mar, por monstruoso, enorme.. Impensable. Tanto en un caso como en el otro, el acercamiento o alejamiento es radical.
Sin medias tintas.


Cuando pasa el tiempo, empezamos a comprender, que ese montón de agua que nos abruma o nos fascina es en realidad tan sólo eso. Un montón de agua salada, en donde no viven monstruos marinos, ni se pueden pasar horas jugando… el mar deja de tener epítetos fantásticos para llamarse MAR, A secas.

También se lo puede adornar de metáforas, para tapar la conciencia que ya tenemos de lo simple. Y lo mundano. Lo que es perfectible y de a poco muestra falencias, puntos oscuros…


Sin embargo, el mar –o Borges, y ni sé- tiene una cualidad que lo hace único; traicionero como pocos, impredecible y bravío.

Lo mejor de Borges es que no podemos predecir sus finales.

Lo mejor del mar, es que suele no tener final.

1 comentario:

  1. Me gusta verte el alma amiga, sabé que este proyecto tiene una seguidora ya, amé ser la número uno.

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