domingo, 13 de noviembre de 2011
De lo que voy a extrañar
Tus manos enormes.
Reirnos sin parar.
Tu irremediable tendencia al drama,
las discusiones, la política.
Quedarnos tirados en la cama por horas,
caminar a cualquier lado
mano con mano.
Que el tiempo no sea ya tiempo,
que dejemos de contarlo.
La cercanía. La piel.
Las cosquillas, las caricias,
las palabras de amor.
(el beso de desayuno!)
Tus pendejadas, tus celos ficticios,
que el corazón se acelere
cuando llego a tu casa.
No tener ganas de irme de tu casa.
Cocinarnos la comida,
mientras aguantás estoicamente
la canción de Lisandro
que tanto detestas.
Encontrarte en todas las cosas,
llamarte sin motivo premeditado.
Los tequieros y teamos en secreto.
Las risas, otra vez.
Las infinitas risas.-
Dibujarte las facciones despacito,
recrearte en la mente.
Que me veas linda
que me mires a los ojos
Extrañar, que se reinventa, en cada recuerdo.
Extrañar, del verbo no te vayas
lunes, 29 de agosto de 2011
Canción de amor
(y de fondo, suena Lisandro... y si vos querés, te voy a buscar,
¡para que los días se nos vayan sin pensar!)
domingo, 21 de agosto de 2011
Confidencias
lunes, 18 de julio de 2011
Retazos
domingo, 24 de abril de 2011
Re-cordis
Camino por la calle que solía ser mía y tuya, me inmiscuyo en tu barrio.
No es una calle solamente, es un mundo de recuerdos, que aparecen de improvisto, y me impiden borrarte.
Aunque quisiera.
No se puede borrarte así como así.
Camino despacio y veo tu cara, y huelo el perfume de tu pelo.
Es inevitable sentir que la respiración se agita, como la primera vez que caminé por acá, con algo de miedo, sin saber muy bien porqué un miércoles a la mañana iría a desayunar con vos.
Sin entender nada, aceptándolo todo sin tanto reparo.
Y si cierro los ojos mientras doblo la esquina, te veo a vos. A tu bicicleta, a tus pantalones a cuadritos y tus muchas ganas de leerme las poesías más hermosas que ni vos ni yo vamos a escribir jamás.
Las risas, incontenibles.
El primer abrazo, por ahí cerca también. O no tanto.
Cuando caminamos demasiadas cuadras sin animarnos a decirnos eso que nos quemaba la lengua, a no aceptar que entre los dos había hilos invisibles que nos unían. Sin siquiera habernos tocado.
Y cuando recuerdo, recuerdo todo. La salida trunca de tu casa, cuando éramos conscientes de nuestro andar desparejo. Las cuadras en silencio.
Los caminos desencontrados.
Los pasos que se agigantaban mientras me alejaba de aquello
que parecía tan perfecto…
Recordarte es hacerte revivir en cada esquina.
domingo, 20 de marzo de 2011
Domingo
Empujar los límites, como nunca antes.
Llegar lejos, donde no creía que hubiera posibilidades de exploración.
Perforar las paredes de mi propio infierno, recreándolo en mil sentidos distintos.
Saberme la persona más vulnerable de todas,
la fragilidad encarnada, el tiempo que pasa lento y acuchilla cada centímetro de la piel.
El río de lágrimas, que se sube por mi panza, me hace cosquillas en los costados, y explota de todas las formas posibles en mis ojos.
Lágrimas, agua, pura. Agüita que cura la pena.
Penas.
Entrar dentro del cuerpo, desplegar un mundo de desencuentros,
Y saberme tan perdida como al principio.
Crisis.
Ahogar las penas en lágrimas.
Mirar a la nada, aunque haya delante tanto mundo.
Mirar el mundo, con pocas ganas de hacerle frente.
Cuando diluvia en mi mundo chiquito,
Prefiero hacerme ovillo y quedarme quieta. A ver si el mundo deja de girar.
viernes, 14 de enero de 2011
Ambigüedad
28.Noviembre.2010
Silencio de noche profunda, tu mirada clara se cuela por los vidrios de la ventana. Invade los rincones de mi cuarto, y se pasea por mi cama. No puedo contener el suspiro, y la piel se pone tersa. Necesito desesperadamente que te vuelvas tan sólo un recuerdo bonito.
Ya no aguanto esa sensación leve. Este volar creyendo, por un segundo, que desaparecerá este mes tedioso, y volverán los días recíprocos. Y sé, que algo se rompió y es inútil creer que puedo arreglarlo.
Cuando algo se desconecta, nos volvemos animales de costumbre. Sin tiempo para la originalidad, para la sorpresa. Para eso, tan nuestro.
Te extraño. No es una novedad. Te siento invadirme, estás en mí porque aún no logro despegarme; sabiendo que ya no estoy en vos.
No puedo sostenerte la mirada. No puedo.
Una parte de mí se aferra a tu incorporeidad, a tu ausencia. Como La Maga, a veces te ruego que te que
des, que no te vayas, que mirá que linda está la noche. Que porque no pedaleamos un rato más…
No te vayas. Y sin embargo, es gritar al viento, porque no estás. Aunque duela en el alma, en el pecho, entre las costillas. Aunque duela. Y más porque duele. Necesito dejarte ir.
Estoy tratando.